Saturday, October 13, 2012

PACIENCIA (Nuestro ejemplo: Jesucristo) - 2nda parte


LA PACIENCIA DEL MAESTRO MIENTRAS ENSEÑABA A LOS 12

Jesús vino a la tierra para morir por el hombre y así darle la forma de llegar al Padre, Jn. 14:6.  ¿Pero cómo sería posible entregar este mensaje a todo el mundo de aquel tiempo y a las próximas generaciones?  Su plan consistía en elegir a 12 hombres que llevarían las buenas nuevas a toda criatura (Mr. 16:15).  La preparación de estos hombres sería una de las tareas más grandes de Su ministerio.

Jesús eligió a 12 hombres “para que estuviesen con él” (Mr. 3:14).  Iban a estar con Él diariamente para que la influencia del Hijo de Dios surtiera un efecto positivo en sus vidas. ¡Cuán paciente era el Señor con ellos!  (Véase de nuevo la introducción, letra C, puntos 1-3 y pregúntese: ¿Qué habría hecho yo si hubiera estado en el lugar del Señor?)

  1. Querían que Jesús les enseñara a orar, Lc. 11:1.  No sabían orar bien.  El Señor les enseñó con paciencia.
  2. A veces no entendían las enseñanzas de Jesús, Lc. 8:9;  Mt. 16:5-12.  Véanse también Mt. 13:36-43;  15:15-20.
  3. Otras veces estaban endurecidos sus corazones, Mr. 6:50-52.  Jesús ya había demos-5 trado que tiene poder sobre la naturaleza con la alimentación de los 5,000 (Mr. 6:30-44). Aun después de andar Jesús sobre el mar (Mr. 6:45-52), cuando se presentó otra oportunidad de alimentar a una multitud hambrienta, los apóstoles se preguntaron: “¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?” (Mr. 8:4).  ¿Se habrían olvidado del primer milagro?  ¿Se habrían olvidado de Su poder sobre la naturaleza cuando anduvo sobre el mar?
  4. Pedro, Juan y Jacobo estaban “rendidos de sueño” en el Monte de la Transfiguración, Lc. 9:32, y más tarde dormirían en el jardín de Getsemaní mientras Jesús oraba angustiosamente, Mt. 26:40-46.  ¡Se habían dormido tres veces en el momento más importante de la vida de Jesús!
  5. Los apóstoles eran lentos en aprender la necesidad de ser humildes, Mr. 9:34-37; 10:35-45.  Casi al final del ministerio público de Jesús, todavía no habían aprendido esta lección, Lc. 22:24-27.  En esta última ocasión el Señor les corrigió con mucha paciencia, lavándoles los pies, Jn. 13:14,15.  ¡Jesús era paciente para con ellos hasta el final!
  6. Eran lentos en aprender que el Señor iba a morir y resucitar de entre los muertos, Lc. 9:31,32,45.

¿Somos nosotros pacientes al enseñar a nuestros semejantes?  ¿Predicamos, instamos, redargüimos, reprendemos y exhortamos “con toda paciencia” (2 Ti. 4:2) o deseamos “tirar la toalla” en seguida y darles por perdidos?  Véanse también Ef. 4:2;  Gá. 5:22;  Col. 3:12,13; 1 Ts. 5:14.

  1. A veces pienso que si hubiéramos tenido que enseñar a los apóstoles, habrían durado muy poco tiempo con nosotros.  Nosotros habríamos “tirado la toalla” casi en seguida o les habríamos “machacado” tanto que se habrían hartado de estar con nosotros.  Esto no es paciencia.  ¡No es amor!
  2. Tres cosas que nos ayudarán a ser más pacientes con nuestros hermanos:Reconocer que todos no están en el mismo nivel de madurez espiritual.  Hay hermanos que tardan años en aprender lo que otros aprenden en muy poco tiempo.
  • Todos no tienen el mismo nivel de conocimiento.  ¡Dales tiempo!
  • Reconocer que todos los miembros no tienen la misma función en la iglesia, 1 Co. 12:14.  Por ejemplo, todos no tienen la habilidad de ser maestros, Stg. 3:1.  El hermano que enseña desde el púlpito no obligará a otro a hacer lo mismo, si éste no se siente capacitado para tal obra.
  • Reconocer que la iglesia necesita ser edificada y no derrumbada, Pr. 12:18;  1 Co. 14:26.  ¡Hágase todo para edificación!

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